sábado, 8 de febrero de 2014

Mujeres de agua






Hace pocos días, continuando la impagable labor que Rescepto está haciendo para recuperar obras imprescindibles de la Literatura Fantástica, apareció una reseña del libro "Ondina" de Friedrich de la Motte.
Al hilo de esa reseña recordé un poema que escribí hace tiempo y que apareció en el que fue mi primer libro publicado "Todas las lenguas de los hombres".

Lo cierto es que cuando vio la luz "Reyes de aire y agua" muchas reseñas de mi biografía literaria mencionaban que yo venía del mundo de la poesía ("Todas las lenguas de los hombres" es un libro de poemas) y algunas de las observaciones que me hicieron los primeros lectores se referían al tono poético en muchas partes de los cuentos.

Curiosamente, también algunos de los lectores del libro de poesía observaron que a veces los poemas se deslizaban al lado fantástico, lo cual viene a confirmar que ando con un pie en cada sitio.

Hasta tal punto se suele deslizar la fantasía cuando escribo que a veces lo hace sin que yo mismo me de cuenta, y no ha sido hasta leer la reseña de Rescepto y recordar la existencia de las Ondinas (que, como las Náyades, las Sirenas, las Selkies, o los Kelpies) son espíritus de agua, que he recordado justo este poema que es con el que empieza el libro.

Aunque es un poema, dificilmente puede empezarse un libro con un tono más evocador y fantástico: "... ahogarse, mientras besas a una mujer de agua..."

Así que, aqui os lo dejo, con un enorme sentimiento de perplejidad al darme cuenta de cómo las leyendas y los cuentos forman parte de nosotros, incluso sin que lo sepamos, porque no estaba pensando en las ondinas cuando lo escribí, pero están ahí, como esa sombra que ves en la foto, que estaba desde el principio y que sólo ves ahora.

 Mujeres a las que besar. Mujeres con las que ahogarse.




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Drop
(Gota)

Ahogarse
mientras besas
a una mujer de agua.
Los lirios mueren antes
de que les alcance el Invierno.

Vengo a la tumba del Amor
armado de escoplo,
como un escultor antiguo
que destroza
su mejor obra.

Los lirios florecen
en las cuencas de los cadáveres
llevan el Verano en las hojas.
Fugaces, casi etéreos,
los lirios coronan las testas
de los ahogados.

Todos los ríos comienzan con una lágrima
y bajan al coral y el olvido
arrastrando años y troncos de muchos anillos.

Vengo a la tumba del Amor
a traer las flores recien cortadas
de la inocencia
y a decir adiós en todas
las lenguas de los hombres.



Granada. 27 de Noviembre de 2010.



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